45/2021 (31 Diciembre) 319
Cerca de donde hemos dejado un coche esta la fuente del macho que está seca, aun así nos acercamos a ella y a una calera que hay arriba, después volvemos por la carretera para buscar un viejo camino que subía a la hoya de Miguel Barba, para ello debemos de andar casi 500 metros e iniciar la subida junto a una valla de piedra de la carretera. La gran mayoría de estos viejos caminos que conectaban cortijos están bastante perdidos, algunos tramos se conservan y otros están enmatojados, o perdidos debido al poco uso que tienen actualmente, este en concreto fue una de las búsquedas del grupo “los frescales” que hacen esa gran labor aunque por desgracia el estado de esos caminos sigue haciendo difícil su continuidad y que no se logre recorrerlo tal y como era su trazado.
A duras penas llegamos al tranco que nos sube a la hoya, este se ve claramente mejor que la subida hasta a él, una vez en la hoya de Miguel Barba divisamos el cortijo, la era y el verdor de la zona junto al estruendo de la cascada de la hoya que habíamos visto caer en la subida, primero nos adentramos cerca del curso del arroyo de la hoya para intentar llegar sin éxito a la cascada, eso si llegamos a otras más pequeñas y muy bonitas, la zona es algo difícil y peligros debido a la piedra resbaladiza, volvemos de nuevo al camino y después al cortijo donde en sus ruinas tomaremos un bocado contemplando el picachón del cenajo por el que después pasaremos.
Retomamos el camino hacia una gran alberca, desde aquí sale un sendero que sube al camino pero nos vamos un poco mas allá por que hay una valla y al final subimos al camino campo a través, ascendiendo después por la pista que viene de la venta La Golondrina hasta los pies del picachón, pasamos dos curvas y las vistas nos cambian del todo al llegar al collado de los quemadillos, donde tenemos una buena imagen de peña corva, uno de los hermanillos, parte de la morra de los cerezos, o el morrón de la cañada del lobo. Desde aquí parte un sendero que baja ira buscando el cortijo de Aguas blanquillas, pero nosotros buscaremos la bajada por la derecha de este sendero, el terreno aunque en pendiente no está cerrado y nos permite hacerlo para evitar tener que dar el rodeo que hace el sendero.
Una vez hemos llegado al arroyo de Aguas Blanquillas lo cruzamos sin dificultad y nos iremos junto al margen del arroyo para subir hasta las ruinas del cortijo cruzando otro arroyo seco, el cortijo grande, conserva algunas paredes, lo que si tenía era unas magnificas vistas de las Banderillas que tras contemplar bajamos de nuevo a cruzar el arroyo para buscar después el sendero, al principio se intuye y más abajo se ve claramente aunque alguna vez lo perdemos sobre todo al llegar a un claro que tenemos que irnos a la derecha para verlo bien.
El sendero se va aproximando al arroyo y nos acercamos hasta él para ver una zona que teníamos marcada donde hay cascadas, decidimos cruzar el arroyo para ver las cascadas de cerca, muy recomendable, para nuestra sorpresa vemos un cenajo o corrala a la que nos acercamos viendo en su interior una cueva de una profundidad considerable, hemos dado sin querer con la cueva de los hippi que sabíamos que estaba en la bajada pero no donde, en su interior se ve algo de continuidad pero el paso se estrecha demasiado y nos volvemos para cruzar de nuevo el arroyo.
Ya en el sendero la bajada se hace muy cómoda, hasta que llegamos a una gran roca donde parece que el sendero se acaba, dudamos un poco pero seguimos bajando viendo el sendero junto a otras cascadas pequeñas y nos aparece un tubo que recoge el agua del arroyo haciendo la función de la acequia que había y de la que queda algún resto, seguiremos el sendero por los trazos de la acequia hasta llegar a un camino que nos lleva a la pista de la Golondrina ( restaurante que fue una conocida venta) y que sube a la hoya, desde aquí vamos a recorrer algo de carretera hasta llegar al punto donde habíamos dejado el otro coche.
las banderillas desde el cortijo de Aguas Blanquillas
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